LAS MATEMÁTICAS Y LA NATURALEZA
En la naturaleza es frecuente encontrar patrones matemáticos fascinantes. Formas de algunas plantas, animales y entornos, nos llevan a preguntas existencia listas como si es posible que los propios organismos se diseñen de esta manera, o si habrá alguna mente maestra propiciando la génesis de estas estructuras.
Utilicemos el ejemplo de los fractales, unos objetos geométricos que mantienen la misma estructura básica en diferentes niveles. Formando un patrón que consigue conservar un desarrollo regular, como por ejemplo, las conchas de los caracoles o las raíces de los árboles, que crecen con la misma estructura, pero no de la misma manera
En los pétalos de las flores, podemos encontrar la belleza de la perfección matemática, que, escondida a simple vista, nos revela uno de los conceptos matemáticos más apasionantes, la secuencia de Fibonacci.
Descubierto por Leonardo de Pisa en el siglo XIII, la secuencia de Fibonacci se basa en una secuencia numérica que comienza en 0 y 1 y que, a partir de aquí, el número siguiente resulta de la suma de los dos anteriores.
Esta razón matemática la podemos encontrar en diversos artes como la música, arquitectura o la pintura.
Las plantas que forman espirales, como los conos o estróbilos, piñas y los girasoles, son una ilustración genuina de la serie de Fibonacci en la naturaleza. En los girasoles, el número de espirales en el sentido de las agujas del reloj es de 55, mientras que en el sentido contrario es de 89.
La naturaleza nos aguarda un universo de secretos escondidos a plena vista, a veces, sólo tenemos que acercarnos para descubrir lo que ésta nos ofrece
Las matemáticas no fueron inventadas por los seres humanos, sino que son un lenguaje universal. El mismo que utiliza la naturaleza para expresarse a través de sus seres, comunicarse y ordenar el engranaje de cada una de sus partes, ya sea un átomo o una galaxia, ya sea microscópico o macroscópico
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